Dolce Gabbana tiene un lenguaje propio, muy reconocible, tanto que muchas veces parece que estén repitiendo los mismos códigos una y otra vez. Mientras el resto de diseñadores miran a Asia, ellos mantienen un lenguaje propio basado en sus raíces. Sobre el tema asiático, si no lo digo reviento, están patinando muchos diseñadores (menos Armani), porque nadie compra una versión interpretada y caricaturizada de sí mismos, de la misma forma que no compraríamos un vestido de flamenca pret-a-porter realizado desde los tópicos extranjeros.
A lo que iba, los Dolce Gabbana han cambiado mucho desde sus orígenes pero reinterpretándose de una forma extraordinaria e inteligentísima. Comenzaron vendiendo una mujer sexy cuando Gianni reinaba en las pasarelas, llena de ligueros y ombligos al aire, que cigarro en mano movía las caderas a ritmo de top model (momento en el que también desfilaba para ellos Judith Mascó). Pasaron por otra etapa llena de logos y gomas de calzoncillo asomando por los vaqueros de futbolistas italianos, etapa que murió junto con su línea más joven.
Ahora las mujeres de vida alegre de sus comienzos se ha convertido en mujeres elegantes, con ropa que recuerda a la imaginería religiosa italiana, mujeres voluptuosas, que mientras antes enseñaban ombligo ahora enseñan escote y marcan caderas.Los corsés de sus comienzos siguen existiendo pero surgen como esculturas de cestería. Una revisión de sus orígenes y la artesanía local que marca uno de los mejores desfiles de la Semana de la Moda de Milán.
La primera fotografía corresponde al desfile primavera/verano de 1992 y la segunda al precioso desfile primavera/verano 2013. Lo dicho, es la misma mujer, la misma inspiración pero modificada con el paso del tiempo. Creo que yo también, con el paso de los años, he acabado entendiéndolos y respetándolos porque les veo una coherencia carente en otras marcas. Por cierto, en un blog que hablo tanto de la moda española, así sin venir a cuento y no se porque extraño motivo me he acordado de Ion Fiz primavera/verano 2012.